VINO Y CHOCOLATE, López Heredia Viña Tondonia
Podría ser el título de una película, pero es el origen de esta gran bodega riojana más que centenaria e inimitable en su estilo y personalidad. Su fundador llegó a Haro atraído por la calidad de sus fábricas de chocolate como un precursor involuntario del maridaje que ahora triunfa: tinto y chocolate. Arte, paciencia, tradición, tiempo, cuidado, han hecho de Viña Tondonia todo un emblema que actualmente mantienen a la perfección los biznietos de su fundador, D. Rafael López de Heredia, la cuarta generación.
En esta firma no se ha perdido nada de su historia, ni siquiera el apellido que se ha mantenido por causas biológicas el primero en sus cuatro generaciones desde que el joven entonces Rafael López de Heredia, llegara a Haro atraído por la calidad de sus chocolateros.
Venía de lejos, desde Santiago de Chile donde nació. Con 12 años, sus padres lo enviaron a estudiar a Europa, primero a los jesuitas de Orduña y posteriormente a los marianistas de la Bayona francesa. Este país le marcó profundamente convirtiéndole en un joven muy afrancesado, que captó enseguida el espíritu comercial y moderno de aquella Francia de finales del XIX. El joven Rafael destacaba entre sus compañeros por su enorme agudeza intelectual y su gran capacidad emprendedora. .
Se instala en Haro, ciudad que destacaba no sólo por el vino sino por la gran calidad de sus chocolates, elaborados con los mejores cacaos procedentes del continente americano que le vio nacer. Con sólo 20 años, se convierte en empresario chocolatero. Pero su pasión era ser bodeguero. A la sazón, Haro era un hervidero de franceses que llegaban a comprar vinos debido a la gran escasez de uva que la filoxera había provocado en el país vecino. El joven Rafael se sentía como pez en el agua entre tanto francés y enseguida se asoció con uno de ellos, Armande H. Rousille, para elaborar vinos. Pero su socio quiso regresar a Francia y Rafael se quedó sólo con el incipiente negocio vinícola. Tras volverse a asociar con otros, esta vez españoles, el destino quiso que años después, ya en 1896, se disolviera la sociedad. Estaba escrito que la fuerza y personalidad de este prohombre del diecinueve tenía que ir por libre, brillar por sí misma.
LA VIÑA TONDONIA
A Rafael le fascinaban 100 hectáreas situadas justo en uno de los más hermosos meandros que hace el río Ebro, cuyo curso transcurre por esta capital riojana, y no paró hasta comprarlos. Pertenecía a muchos propietarios pero su tesón lo consiguió. Lo roturó en pequeñas parcelas, Viña Bosconia, Viña Zaconia… donde fue experimentado con diferentes uvas, varias de ellas francesas como la merlot, aramon y la cabernet sauvignon que aún no era más que una rareza… Su inquieta inteligencia le convirtió ya en aquellos años en una especia de investigador de I+D+I vitícola del siglo XIX. Tras ensayar con las diferentes uvas, resultaron ganadoras las autóctonas, sobre todo “la tempranilla” que prácticamente se quedó sola en este excelente viñedo y de esta manera conformó el nombre de la bodega tanto como bautizó al más emblemático de sus vinos.
Rafael López de Heredia quiso construir un château en el centro de este gran viñedo pero no llegó a realizar este otro sueño. Pero su amor por el arte y la arquitectura sí se plasmaron en la bodega que construyó en el Barrio de la Estación de Haro. Un edificio realmente inesperado para ese lugar que se diseñó como vivienda y bodega. Como vivienda familiar hace construir un espectacular chalet de estilo entre modernista y alpino, con cierto aire de casa de montaña suiza. Rafael ya había contraído matrimonio con una dama de Haro llamada Carmen Aranzáez y tenía una numerosa prole. Siempre quiso tener la bodega integrada en su propia familia y vivienda, de modo que dada la cantidad de hijos, tuvo que agradar la vivienda familiar uniéndola a una construcción anexa por medio de una espectacular galería que es otro de los grandes símbolos de esta bodega. Una verdadera joya que se ha restaurado a la perfección. Las curiosas viviendas parecen un decorado de película, y conforman un conjunto de gran interés estético del cual parece emerger el espectacular mirador de líneas puramente modernistas que Don Rafael bautizó como Txori Toki,, casita de pájaro, desde el cual dominaba los viñedos. Este mirador ha sido desde entonces estandarte de la bodega y está presente en todas las etiquetas de sus vinos. Abajo y más abajo aún, las oficinas de la firma y los grandes y largos calados subterráneos que llegan a alcanzar al río Ebro. .
En 1910 se inaugura el hotel Ritz de Madrid como exponente de prosperidad y modernidad y D. Rafael no desaprovecha la ocasión, instalando oficinas en pleno corazón de la capital, consiguiendo que el propio hotel fuera uno de sus clientes junto a Lhardy, el hotel Palace…. Era el gran vino de las grandes mesas.
Su hijo mayor, Rafael López de Heredia Aranzáez empezó a trabajar con él a la edad de 20 años tras terminar sus estudios de ingeniería en Alemania, Inglaterra y Francia, europeizando Viña Tondonia, que comenzó a triunfar en las grandes en Exposiciones Universales e Internaciones tan importantes en aquellos años.
CHOCOLATE, VINO Y… HUEVOS
El nieto de Don Rafael, Pedro López de Heredia, tristemente fallecido en abril de 2013, hereda la bodega que tras la guerra civil española, encuentra en precarios condiciones económicas por razones obvias. El tesón y habilidad del nieto del fundador, de irrepetible y extraordinario carácter, pudieron sacar a flote la bodega “….por sus huevos”. Anecdótica expresión de doble sentido que se ajusta a la perfección al hecho de que Don Pedro vendiera huevos del gallinero de la bodega, que se usaban para clarificar los vinos, pero que al venderse enteros y en años de posguerra, constituyeron unos importantes ingresos.
Durante su “reinado” López de Heredia volvió a recobrar el esplendor. Su gran meta fue mantener intacta la tradición de la familia y de la bodega, al mismo tiempo que la incorporaba a la modernidad, pero empeñado en hacer las cosas como siempre se habían hecho en cuanto a la elaboración del vino, mantener por encima de todo el estilo Tondonia. Creó un departamento de Documentación y Patrimonio Cultural, para la investigación y conservación del enorme legado histórico que la firma tiene. Hoy perfectamente expuesto en lo que podemos considerar el museo López de Heredia. En realidad, toda la bodega es un puro museo.
No obstante este amor por la tradición no le impidió estar al tanto de las vanguardias arquitectónicas que utilizó para preservar las más tradicionales. Con motivo del 125 Aniversario de la bodega, Don Pedro recuperó el pabellón que su abuelo el fundador construyó el 1910. Delicado y frágil por su estructura de cristal y metal, el pabellón no podía exponerse al aire libre. Encargó nada menos que a la gran arquitecta iraní Zaha Hadid una especie de estructura protectora del mismo.
Desde hace años, esta estructura se ha incorporado a la bodega y se ha convertido en un centro de visitas. La más pura vanguardia arquitectónica del siglo XXI se adapta a un conjunto monumental del XIX en perfecto equilibrio.
Tras el fallecimiento de Don Pedro hace poco más de dos años, son tres de sus cuatro hijos, los que dirigen la bodega. Julio César López de Heredia Montoya, el mayor, y María José, comparten la gerencia. Mercedes es la directora técnica.
Larga vida a la familia López de Heredia y a su irrepetible estilo.