Uva Monastrell, una variedad autóctona del Levante
La variedad tinta autóctona del Levante lleva ya unos cuantos años reivindicando su capacidad para dar lugar a tintos de gran calidad, amén de rosados, dulces y espumosos. Con los "alias" de mourvèdre y mataró, también ha colonizado viñedos en Provenza, Australia y California.
Como otras variedades autóctonas del viñedo español, la monastrell ha tenido que esperar a que llegara la hora de la reivindicación de las uvas vernáculas para que se la dejase de considerar como materia prima sólo apta para vinos menores, carnosos pero también cabezones y con una longevidad más bien escasa.
Ni siquiera se le valoraba el prestigio alcanzado entre los siglos XV y XVII, cuando los comerciantes franceses, que suspiraban por los vinos generosos de Murivedro (Sagunto), se la llevaron al otro lado de los Pirineos para cultivarla en la Provenza y el Languedoc-Roussillon, rebautizándola mourvèdre.
Por fortuna, en las últimas dos décadas, la monastrell ha vuelto a sacar pecho gracias a los tintos suculentos, carnosos y bendecidos por el sol del Mediterráneo que con ella se producen en las denominaciones murcianas (D.O. Jumilla, D.O. Yecla y D.O. Bullas), así como en la D.O. Alicante.
Ahora bien, no son muchos los aficionados que saben que con esta uva se elaboran también otros tipos de vinos, como el histórico fondillón –el dulce de crianza oxidativa que sedujo al mismísimo William Shakespeare y que a punto ha estado de caer en el cajón del olvido–, espumosos, rosados y dulces naturales. Amén de aquellos tintos que se producen con esta variedad allende las fronteras españolas, con la sinonimia de mourvèdre y mataró.
La reina de Murcia
Sin duda, el imperio de la monastrell se sitúa principalmente en las denominaciones murcianas y valencianas.
Aunque bien es sabido que el fuerte de Murcia son los tintos jóvenes o con leve paso por barrica, ricos en color y de tanino, en los últimos años algunas bodegas se han empeñado en demostrar que en estas tierras la monastrell puede dar lugar a vinos de mayor altura. Es el caso de Clio y El Nido, tintos que representan la apuesta más ambiciosa de la bodega líder en la D.O. Jumilla, Juan Gil, que ha dado en el blanco contratando al enólogo australiano Chris Ringland e incorporando la cabernet sauvignon a los ensamblajes.
Sin embargo, hay que decir que no se puede concebir la modernidad de los vinos murcianos sin mencionar a otras bodegas, como Casa Castillo (D.O. Jumilla) –cuyo magnífico Pie Franco es toda una referencia entre los mejores monastrell– o Bodegas Castaño (D.O. Yecla), cuyo fuerte está en los tintos de precio medio-bajo, pero que también es capaz de alcanzar la excelencia en sus vinos más especiales, como Casa Cisca.
Otros tintos de Murcia elaborado con esta uva que hay que apuntar para disfrutar del carácter maduro y goloso de la monastrell, sin prescindir de la elegancia y el equilibrio, son Las Gravas –también de Casa Castillo– y los vinos de Lavia, la bodega más destacada en la pequeña D.O. Bullas , especialmente Lavia+ y Finca Paso Malo.
En las alturas de Alicante
Recientemente, a los monastreles murcianos le ha salido una seria competencia: los tintos elaborados con la misma variedad en la D.O. Alicante. Más precisamente, en el Alto Vinalopó, en terrenos alejados del mar y situados a una altitud media de 600 metros. Allí los suelos son calizos, franco-arenosos, y el clima más radical, con veranos secos y calurosos de noches frescas e inviernos realmente fríos y extremos.
Estas condiciones dan lugar a tintos menos suculentos y alcohólicos que los murcianos, con una acidez generosa que hace prever una mayor longevidad. Ejemplo de ello es el magnífico Estrecho de las bodegas Enrique Mendoza –muy probablemente uno de los mejores vinos de esta variedad que pueden probarse en la actualidad–, así también como los tintos de El Sequé –que llevan la elegante impronta de Juan Carlos López de Lacalle, artífice de Artadi en Rioja– y los que ha dado a luz el proyecto del francés Bruno Prats (ex propietario del famoso Cos d'Estournel e impulsor de varias bodegas en Sudáfrica, Chile y Portugal), Alfynal y Mosyca.
En la misma bodega donde Prats elabora sus vinos (Salvador Poveda), la monastrell encuentra también su pasado más glorioso: las reservas de fondillón, el vino oxidado que tanto gustaba a franceses y británicos hace más de tres siglos.
En Valencia y Alella
Sin salir de la península, hay buenos tintos de monastrell también en la D.O. Valencia. Celler del Roure es allí uno de sus mejores intérpretes, con vinos de carácter como Les Alcusses y otros que abordan vinificaciones de riesgo, con crianza en vasijas de barro, prescindiendo del añadido de anhídrido sulfuroso.
Y en Cataluña, en la pequeña D.O. Alella, donde esta uva recibe el nombre de mataró, el sabio enólogo y viticultor Josep Maria Pujol Busquets, propietario de la bodega Alta Alella, saca partido de la variedad en vinos tan notables como el cava Privat Laietá Rosé o el goloso Dolç Mataró.
Carácter cosmopolita
En Francia –donde esta uva lleva asentada al menos cuatro siglos– la mourvèdre tiene un papel preponderante sobre todo en la A.O.C. Bandol, origen del célebre Château de Pibarnon, cuyos tintos complejos y maduros tienen gran reconocimiento internacional.
Con su nombre provenzal esta variedad ha llegado también a California, mientras que en el amplio viñedo australiano se la conoce sobre todo como mataró (sólo en el valle de Barossa se concentran más de 600 hectáreas plantadas con esta uva).
El carácter cosmopolita de la monastrell puede contrastarse en el "ranking" de vinos elaborados con esta uva que la publicación especializada Wine Enthusiast publica y actualiza en internet: la etiqueta más valorada corresponde, con toda justicia, al excelso Fondillón Casta Diva 1999 de las bodegas Gutiérrez de la Vega (D.O. Alicante, 97 puntos), seguido por el californiano La Clarine Farm 2011 Cedarville Mourvèdre (Sierra Foothills, 95 puntos) y el australiano Torbreck 2005 The Pict Mataro (Barossa Valley, 94 puntos).
Este lustroso top de monastreles incluye también referencias del estado de Washington (EEUU) la costa central de California, Bandol, Valencia, Yecla... Desde luego, una diversidad que invita a seguir profundizando en la uva que nació en el Levante para conquistar el mundo.
Características básicas de la variedad Monastrell
- Variedad de gran rusticidad y elevada resistencia a la sequía.
- Sus racimos son pequeños o medianos, bastante compactos, lo que permite aguantar bien las horas de sol.
- Tiene color azul-negro, con una piel gruesa rica en antocianos.
- Necesita buena insolación y clima cálido para madurar bien.
- Tiene una resistencia media-alta al mildiu y oidio.
- Su sabor varía notablemente dependiendo de la zona, por lo general tiende a silvestre o madera, con toques suaves de zarzamora.
- De origen español, posiblemente de Sagunto (Valencia), donde se la conoce desde el siglo XV.
- Citada por primera vez en 1765 por el ampelógrafo Valcárcel.
- En España es la tercera variedad más plantada representando un 8% de la superficie dedicada a la vid.
- Sólo se plantan significativamente en la zona este y sur-este del país.
- Se usa como monovarietal, o mezclada con Cabernet Sauvignon, Syrah o Merlot.
- En los años muy calurosos, es capaz de dar vinos con mucha graduación y con un alto nivel de tanino.
- Con ella se pueden crear vinos de mesa con alto grado de finura.
Reportaje: Vinos de Murcia
Este pequeño reportaje sobre los vinos de la región de Murcia explica muy bien la importancia de la variedad de uva Monastrell en la zona.