Sicus Cru Marí 2009.
Eduard Pié ejerce su discreta sabiduría desde Bonastre. En tierra de interior y de suaves laderas (sobre los 300 msnm), sus viñedos de xarel.lo, xarel.lo rojo y monastrell habitan el sur más calcáreo y próximo a la roca madre del Garraf (cerca de Tarragona), pero beben los aires y la humedad del mar cercano. Eduard es hijo y nieto de viticultores pero su complicidad con la tierra y sus uvas viene de mucho más atrás: es tan antigua como el Mediterráneo que le vio nacer. Es innata en él. Hace años que no labra la tierra y deja que las raíces de sus cepas aprendan la lección de la autosuficiencia. Dan así un fruto más concentrado y que expresa como pocos la verdad del clima de cada año y los aromas de la sierra de Bonastre. Nada mejor, en mi opinión, que una segunda fermentación en botella (método espumoso tradicional brut nature sin DO), para fijar y transmitir con fidelidad esos sabores. Cru Marí: xarel.lo de mediana edad de una sola parcela (La Caseta) que ha fermentando en inox y se ha hecho vino durante diez meses más antes de pasar a la botella. En ella, con cuatro años en rima, ha hecho su segunda fermentación y ha creado las burbujas, sin azúcares añadidos. He tenido la oportunidad preciosa de poder beber y comparar un degüelle algo lejano y conservado en bodega (15.1.14) con el que ahora está en el mercado (20.1.15). Mi único consejo es no beber estos vinos muy fríos (unos 10ºC son ideales) y, sobre todo, abrir la botella por lo menos una hora antes de su degustación para que la larga guarda se acostumbre de nuevo al oxígeno. He disfrutado de ambas botellas por igual pero el reposo de un año tras el degüelle ofrece características organolépticas distintas al degüelle reciente, siendo como son ambas del 2009: un mismo vino.
Con un año de degüelle: burbuja más fina y en menor cantidad. Aromas de levadura y de pastelería, de autólisis, desde el primer momento. Inmediatos. En nariz ofrece un mayor volumen. Carne de membrillo. Roscón de Reyes. Muestra más profundidad el xarel.lo, un posgusto más de la uva, más amargo, el de las raíces de la cepa: vegetal noble. El fuego del último hogar: historias de rescoldos escondidos por la ceniza. El barco y su tripulación han pasado ya algunas tormentas. Puede que hayan doblado incluso el Cabo de Hornos. Cuentan sus experiencias como este vino: con voz queda y emoción. Fósforo y sol en un atardecer del primer septiembre. El tapón se expande menos… ¿Más reposo y tranquilidad?: domina el vino por encima de la burbuja. Más complejo, ofrece más matices, tiene también más volumen en boca.
Con un degüelle reciente: burbuja persistente y abundante. Claras notas cítricas. No tiene tanto volumen en nariz. Huele a cidra y se muestra más calcáreo, más mineral. Puro y persistente. Más fino y delgado en boca, más afilado y profundo. Acidez. El fuego del primer hogar: llamas en apogeo. Empieza la historia de la navegación: barco y tripulación zarpan con buen humor. Talco y sílice. Sol brillante en el puerto, mañana fresca de mayo. El tapón se expande con mayor rapidez y soltura. Intensidad y energía en boca. La burbuja empuja a los sabores con fuerza.
Ambos vinos (mismo espumoso de un solo terruño) muestran el espíritu del matorral en el sotobosque: pinceladas de tomillo y orégano, acebuche entre las rocas. Brisa del mar. Intensidad de aromas sin tregua. Mediterráneo.
Sin dudar, yo buscaría Sicus Marí 2009 con el degüelle reciente y lo guardaría algunos meses, a la espera del momento especial que cualquier botella de gran vino merece.