Osborne. Un inglés del siglo XVIII y un toro del XX.
Casi 250 años de existencia contemplan a esta firma gaditana fundada en 1772 y que continúa en manos de la misma familia. Su símbolo por antonomasia, el Toro de Osborne, ha sido indultado y acaba de cumplir 60 años, con la misma fuerza y trapío que le caracterizaron desde su nacimiento.
Osborne, como muchas de las firmas bodegueras que se integran en el marco de la D.O. Jerez-Xérèz-Sherry, tiene origen británico; inglés, por más señas. Aunque hace muchos años que forma parte del imaginario colectivo andaluz, es un apellido absolutamente british, pero está tan arraigado en Cádiz, concretamente en El Puerto de Santa María, que si alguien lo pronuncia con acento inglés, casi que creen que nada tiene que ver con ellos. Es ya tan español como su emblema, un toro de lidia que ha dado la vuelta al mundo y que acaba de cumplir 60 años.
Para celebrarlo, la firma bodeguera ha convertido unos de los bellos “cascos” (así se denominan en la zona a los monumentales edificios donde se crían los famosos vinos de Jerez) de sus instalaciones en pleno centro de la villa de El Puerto de Santa María, en una interesante exposición dedicada a ese bendito toro, constituyendo un atractivo más para las visitas de estas espléndidas bodegas. Todo tipo de anécdotas y curiosidades en torno a este reclamo publicitario creado por el publicista Manolo Prieto en el año 1956. No se lo pierdan si tienen ocasión de ir a esta capital gaditana.
A finales del siglo XVIII, muchos años antes que naciera el emblemático toro –los Osborne han tenido ganaderías de reses bravas- y en Inglaterra, Robert Osborne, señor de Yalbourne y natural de Devon, iniciaba un negocio de importación de vinos (de todos es conocida la afición que los ingleses siempre han desarrollado por los vinos del mundo). Uno de sus hijos, llamado Thomas Osborne Mann, decidió trasladarse a Cádiz, atraído por los vinos de la zona para incrementar el negocio familiar. Tenía poco más de veinte años, un joven muy emprendedor y más teniendo en cuenta que estamos a finales del siglo XVIII. Se instala primero en Cádiz capital –en aquellos años los agentes exportadores y los negociantes de vinos de Jerez tenían sus firmas en Cádiz por ser puerto estratégico para el embarque de barricas (botas)- y enseguida trabó relaciones con otros ingleses comerciantes, banqueros, incluso diplomáticos. Trabando gran amistad con Sir James Duff, el cónsul británico, y con su socio William Gordon.
POR CONSEJO DE SU SUEGRO
Thomas, asociado con Duff & Gordon comenzaron su negocio de exportación de vinos y años después, aconsejado por el que sería su suegro, y apoderado general de la firma de sus socios, se trasladaron a la ciudad de El Puerto de Santa Maria, donde sigue la firma más de 200 años después. Este apoderado no era persona cualquiera. Aristócrata alemán apellidado Bölh de Faber, quien además de ser diplomático, hispanista, y proporcionar sabios consejos, tenía dos hijas, Aurora y Cecilia. Esta última llegó a ser una gran escritora y es conocida por el seudónimo que utilizó, Fernán Caballero, ocultando su condición femenina que probablemente en aquellos años no debía resultar una cuestión rentable. Su otra hoja, Aurora, se casó con nuestro protagonista, Thomas. También tuvo tiempo el joven Thomas Osborne Mann de hacer amistades literarias, además de la de su propia cuñada. El escritor neoyorkino Washington Irving fue uno de ellos. Andaba por Andalucía, escribiendo sus Cuentos de la Alhambra y se conocieron en una de sus visitas a la ciudad de El Puerto de Santa María. De vuelta a casa, a los Estados Unidos, el escritor fue un perfecto embajador de los vinos de Osborne y probablemente el primer importador del brown sherry
Juan Nicolás y Tomás, ya escrito en español, -sin h y con acento- fueron los dos hijos que el matrimonio de tan extranjeros apellidos tuvo. Tomás se dedicó pronto a continuar con los negocios familiares mientras que Juan Nicolás que había heredado la afición a las letras de los Böhl maternos, escogió la carrera diplomática y marchó a Moscú con el embajador de España entonces en San Petersburgo, Mariano Téllez-Girón, duque de Osuna y el derrochador de fortunas más grande que se conoce -en este caso la suya propia, todo un detalle-. Dicen que lanzaba al río Neva las vajillas de Limoges después de cada banquete y que diariamente estrenaba todo su vestuario. A Juan Nicolás, el papa Pio IX le concedió el título de I Conde de Osborne. Falleció en París sin hijos, su hermano Tomás, heredó el título y para compensar a su hermano, tuvo 10 criaturas.
DE CASTA LE VIENE AL TORO
Tomás fue un gran aficionado a los toros y fue el gran impulsor de la construcción de la gran plaza del Puerto de Santa María, una de las más monumentales del país con un gran coso de 60 metros de diámetro. También sus descendientes fueron ganaderos de reses bravas y resulta lógico que años después, el símbolo que representara uno de los productos más populares de la firma bodeguera, el brandy Veterano –digo el más popular porque no es precisamente el mejor- se anunciara por todas las carreteras del país interpretado en un toro. Toro al que le han ido eliminando la palabra Veterano, y asimismo la de Osborne. Ya no le hace falta. Su sola silueta es un claro mensaje. Y fue indultado, permaneciendo en las carreteras como un verdadero símbolo del país. Y no sólo en España. Hay toros por el mundo, a pesar de muchos.
Desde 1860, cuando adquirieron la totalidad de las acciones a los Duff y a los Gordon, Osborne ha sido una empresa completamente familiar. Actualmente son más de 200 los herederos directos de aquel Thomas. Tras 156 años, el pasado 2014, el Grupo Osborne ha dado entrada en su capital a la firma china Fonsun.
Hoy presidido por Tomás Osborne Gamero Cívico, actual Conde de Osborne, este grupo empresarial tiene bodegas en Rioja, Ribera del Duero, Rueda, Oporto, brandy, diferentes espirituosos, y la jota de la corona ibérica, la firma Sánchez Romero Carvajal, 5 Jotas, el jamón de Jabugo más codiciado del mundo. Perfecto compañero de su célebre Fino Quinta o de su Cava Abadía de Montserrat.