Herederos del Marqués de Riscal

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En Elciego, pequeño pueblo de la provincia de Álava se forjó el célebre vino de Rioja. Fue a mediados del siglo XIX y con la importante intervención de una mujer, Doña Marceliana Hurtado de Amézaga, tía carnal de Don Camilo, Marqués de Riscal, diplomático, periodista, librepensador, hombre adelantado a su tiempo, que residía en Burdeos. Esta gran influencia francesa propició la aparición del rioja moderno.   

Entrada al Hotel Marqués de Riscal

Seis hermanas tenía Guillermo Hurtado de Amézaga, vástagos de una familia aristocrática oriunda de Vizcaya pero residente en Vitoria desde finales del siglo XVIII. El título de Marqués de Riscal, lo heredó Guillermo, el primogénito, que se marchó a vivir a Burdeos como exiliado por su condición de liberal y financiero, y trabajó allí en temas que nada tenía que ver con el vino -por raro que pueda parecer-  sino con negocios de mayor calado en aquellos años: bolsa, transacciones económicas… En Burdeos se criaron sus dos hijos, Camilo, nuestro protagonista, y José.

Mientras tanto, tres de las seis hermanas de Guillermo se marchan a vivir a Elciego por razones de la estrecha amistad que les unía a los ilustres Ruiz de Ubago, familia de gran ascendencia y posesiones por tierras de Elciego y Lardero.

Uno de sus miembros, Juan Antonio Ruiz de Ubago, residente en Málaga y de salud quebradiza, llegó al Elciego en 1789, siendo el último poseedor hasta su fallecimiento en 1847 de una de las haciendas más significativas de la zona. Viudo y sin hijos, hace testamento dos años antes dividiendo sus posesiones en dos mitades: una para un sobrino que vive en Puebla de Labarca, y otra para Marceliana Hurtado de Amézaga, la única hermana que permanecía viva de las tres que llegaron a Elciego y si ésta falleciera, sería su hermano Guillermo, el Marqués, el que vivía en Burdeos, quien se haría cargo de la herencia.   

Marceliana Hurtado de Amézaga se hace cargo de las tierras y vides y elabora 2.818 cántaras de vino tinto en las instalaciones tradicionales de las covachonas/bodegas que ya existían desde principios de siglo en la población de Elciego, en el conocido Barrio de Barruihuelo. Y ella seguirá vinificando y elaborando vino joven –entonces no se sabía envejecer los vinos- de acuerdo con los sistemas tradicionales heredados de los Ruiz de Ubago hasta su muerte, que aconteció en 1858.

Es de suponer que la marca Marqués de Riscal no existía aún.

Nacimiento oficial de Marqués de Riscal

El hermano de Marceliana, como estaba previsto, se hizo cargo desde Burdeos de la herencia de los Ruiz de Ubago. Por aquellos años, la  sobreproducción de vino plantea serios dilemas y la Diputación toma cartas en el asunto, intentando encontrar un medio que permita poder envejecer los vinos y poder facilitar su transporte y comercialización, un problema que se viene arrastrando desde varias décadas atrás.

Don Guillermo, que residía en Burdeos como bien sabemos, decidió que su hijo Camilo, persona dinámica, muy culta, bien relacionada con el mundo diplomático, con manejo de varios idiomas, escritor, ensayista, periodista, fundador de El Día, importador de la primera rotativa en España, era la persona ideal para acometer todos los cambios. Junto al Diputado General D. Pedro Egaña pone en práctica este movimiento moderno.

Empezando por contratar, por encargo de la Diputación, a un experto enólogo bordelés llamado Jean Pineau, bodeguero del Château Lanessan que se trasladó a tierras alavesas para enseñar los secretos de la vinificación para “guarda”. Misión enológica que fue la primera piedra del célebre vino de Rioja. Para empezar se importaron unas 9.000 plantas de cepas francesas con fines experimentales.

En el año  1862 ya se empezaron las primeras vinificaciones al estilo Médoc bajo el asesoramiento del enólogo francés. Pero pocos años después, entre las inversiones necesarias en locales y barricas, la no-comercialización a los pocos meses del producto y la dificultad de mantenimiento de economías inversoras, la Diputación tiene que prescindir de Monsieur Pineau.

El marqués visionario

Don Camilo Hurtado de AmezagaDon Camilo Hurtado de AmezagaCamilo Hurtado de Amézaga, ya Marqués de Riscal, ilustre visionario,  decidió quedarse con los servicios del gran enólogo francés por cuenta propia, porque tenía fe ciega en sus técnicas. Y Marqués de Riscal comenzó su imparable andadura. Edificó una nueva bodega íntegramente en piedra de sillería, con enormes galerías para la crianza, reproducción exacta del modelo francés, incluido un taller de tonelería donde se fabricaron las primeras barricas bordelesas.

En 1862 se embotellaron los primeros caldos y sólo 5 años después se obtuvo la Medalla de Primera Clase en la Exposition de Bordeaux de 1865, Bayona 1865, Dublín 1866, París 1872, Viena 1873, medalla de oro en París en 1878... Era la primera bodega no francesa en conseguir tales galardones que desde siempre han figurado con orgullo en las etiquetas de los clásicos Marqués de Riscal.

La malla dorada de sus botellas, para evitar falsificaciones ya que el éxito de sus vinos era una verdadera tentación, también ha sido uno de los emblemas de la casa desde entonces.

Camilo Camilo Hurtado de Amézaga consideraba que en la exportación de sus vinos residía la verdadera clave del negocio, puesto que el mercado español, en aquellos años no estaba todavía preparado para las ventas de vinos finos, más caros que los ordinarios. Invirtió importantes sumas de dinero en la creación de una red exportadora.

Tres siglos innovando

Don Camilo falleció en Sevilla en el año 1888. Desde entonces los Herederos del Marqués de Riscal han seguido siempre fiel a sus principios, innovación, exportación, investigación, modernización… A finales del siglo XX la firma lanzó el espléndido Barón de Chirel, nueva marca de estilo más moderno, diferente al de sus hermanos y a principios del XXI, acometen la gran obra de la Ciudad del Vino, el bellísimo edificio diseñado por Frank O. Gehry conocido y admirado por el mundo entero.

La compaginación de la modernidad con la tradición es una virtud inherente en esta gran firma que hoy sigue en manos de las familias herederas. Compaginar las centenarias piedras de sillería de los calados de La Catedral, uno de los más antiguos de la bodega donde se atesoran las añadas de tres siglos de historia, desde 1862, con la revolucionaria edificación de titanio anodizado dorado y rojo y acero inoxidable de Gehry es la hermosa constatación de la feliz convivencia del pasado y el futuro.

Otra de sus hazañas derivadas de su preocupación constante por unir el pasado y el presente podemos contemplarla en la genial reconversión de una de las bodegas más antiguas de la firma, que data de 1833, en un espacio equipado de la más moderna tecnología.

La constante calidad y preocupación por la innovación y su vocación internacional han otorgado a esta gran firma completamente española aunque con básicas influencias francesas desde sus orígenes, el beneplácito oficial de ser reconocida como una de las 10 marcas de vino más admiradas del mundo.

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