Falcoeira "A Capilla"

Forasteros que resguardan un legado.

La incomodidad es una potente herramienta creativa y un instrumento para echar un pulso a los límites de cada uno. En el mundo del vino, la incomodidad puede ser sinónimo de aterrizar en lugares lejanos y no conformarse con lo que uno sabe, sino adentrarse en toda una cultura, entender su técnica y asumir el reto de preservar la tradición pese a no ser la de uno mismo.

El camino de la incomodidad como vía para embotellar vinos especiales es la historia de dos amigos, Telmo Rodríguez y Pablo Eguzkiza, apasionados de nuestro mundo, personas que el destino ha decidido unir para crear singularidad en estado líquido.

Con la costumbre de viajar por la península en busca de parajes singulares por bandera, ambos trabajan para aprender de culturas ajenas, embotellarlas y preservarlas. Durante nada menos que 15 años uno de esos viajes, realizado a mediados de los años 90 a Falcoeira de Santa Cruz, en Valdeorras (Galicia), fue la historia de un imposible. La incomodidad de replantar una viña abandonada 8 o 9 décadas atrás, la dificultad de adaptar al ser humano a una viña difícil de trabajar por lo recóndito del paraje, la nimia producción -de poco más de 3.000 kilos de uva al año- en aquellas tres hectáreas de suelos de pizarra.

Pero la pasión por recuperar la cultura de aquella tierra fue más fuerte que las añadas que no vieron el mercado. No cejaron en su empeño, recuperaron el estilo ancestral de elaboración, nadaron contracorriente apostando por la uva de aquel paraje en una zona que ya se estaba acostumbrando a las variedades no autóctonas tras la devastación que produjo la filoxera en Galicia en a principios de del siglo pasado.

Después de innumerables pruebas, de cuyos esfuerzos guardamos botellas de 5 añadas, sin etiquetar, que nunca verán el mercado, en 2012 dijeron que sí. La primera y, por el momento, única añada de Falcoeira produjo 900 botellas que encierran el estilo ancestral de elaboración y el esfuerzo de las viñas incómodas, en unos vinos tintos que en un primer momento se plantearon blancos.

Lo difícil no es hacer vino, sino extraer el alma de la tierra y hacerlo con técnicas ancestrales, resguardando toda una cultura, a pesar de no ser la suya, una cultura del vino y un legado. Cuando van a un sitio nuevo indagan las técnicas tradicionales, no les gusta romper las tradiciones, del concepto artesano de hacer vinos. Primero van al paraje, lo entienden, se rebajan a escuchar, comprender. Son generosos por comprender el entorno y después iniciar un entendimiento a iguales. Falcoeira es una co plantacion de variedades autóctonas como Mencia, Sousón, Godello Tiinto y otras, unidas para salvaguardar una identidad, un comienzo, un origen… Una nariz que enseña la madurez de una orientación sur, confitura de fruta roja y negra, con la complejidad extra de un suelo de pizarra, para terminar con una boca inmensa, de las que no deja indiferente y de las que diferencia un buen vino de un grande. ¡Salud!

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